Rally Dakar: colonialismo y destrucción de la biodiversidad.

El Rally Dakar 2011 es quizás uno de los ejemplos más simbólicos de que la mentalidad colonialista-imperialista sigue imperando con toda su fuerza en ciertos ambientes, tanto de los países ricos del norte como de tantísimos cipayos en nuestros países pobres.
A principios de enero próximo se larga el espectáculo deportivo más esperado en Argentina, o al menos el más ansiosamente deseado por quienes participan de un estrecho y jugoso negocio, que literalmente pisoteará una inmensa diversidad de paisajes, naturales y sociales, que paradójicamente tienen la desgracias de estar al borde de la “civilización”. Es así que 200 motos, 150 autos y 60 camiones tienen la consigna de competir, contra reloj, para completar un recorrido muy extenso a lo largo de Argentina y Chile; quizás la condición principal, y por supuesto, la que más emociona al gran público y sobre todo a los competidores, es la de que, en lo posible, no se debe usar los caminos y rutas existentes. Esto significa que muchísimos lechos de arroyos y ríos, secos o no tanto, arenales, viejas huellas peatonales, sendas muy poco usadas y el campo traviesa serán el escenario más buscado por los organizadores. Si hablamos de neocolonialismo o de imperialismo no es por recurrir a muletillas del discurso de izquierda, por cierto siempre vigentes en esta era de destrucción neoliberal. Sucede que, en el caso puntual de este Rally, resulta patético ir recorriendo las noticias durante todo este año, para ver de qué manera humillante y denigrante los poderes públicos, nacionales, provinciales y municipales, funcionarios de turismo, intendentes, gobernadores y hasta el Ejecutivo Nacional se han empujado por ser los primeros en figurar a la hora de los auspicios, de los agasajos, de tener en sus jurisdicciones a esta “sublime competencia”. Colonialista e imperialista por el estilo despótico con la que la empresa francesa organizadora de este espectáculo, llamada Amaury Sport Organization (ASO), con un tal Étienne Lavigne a la cabeza, se arrogó el derecho de hacer conocer el recorrido definitivo detallado solamente 48 horas antes del comienzo de la carrera. Esto significa lisa y llanamente que ni pueblo ni gobierno, ni siquiera los afectados directos, en su mayoría humildes pobladores rurales, aborígenes y criollos, tendrán derecho a saber por dónde ha decidido el ciudadano francés Lavigne traer a su orgía de nafta, escapes y motores rugientes por nuestros pagos. Obviamente hay personas que se han enterado de ciertos detalles, por haber sido testigos de los viajes exploratorios de la selección de lugares, y es así que hoy se sabe, casi con total seguridad, que, por ejemplo, en la provincia de Salta, esta carrera circulará por la Quebrada de las Conchas, una Área Protegida Provincial, perfectamente señalizada. También se sabe que entre la localidad de Seclantás y la Recta de Tintín los cuatrocientos vehículos atravesarán un camino secundario que existe dentro del Parque Nacional Los Cardones, un área protegida nacional , símbolo de máxima protección en la Argentina. Más indignante resulta que ni la Administración de Parques Nacionales ni el Ministerio de Ambiente de Salta no se hayan pronunciado aún al respecto, cuando sólo faltan dos semanas, máxime cuando es de público conocimiento que los organizadores del negocio no han presentado ningún estudio de imapcto ambiental (¡ni social, menos aún!). Pero no se trata sólo de las áreas protegidas, donde provincias y Nación deberían ya haber actuado de oficio ante la amenaza de los daños provocados por esta avalancha de máquinas en sitios especialmente frágiles. No, se trata principalmente de que la carrera circulará por tierras que pertenecen a la gente , tierras en valles, cerros , quebradas y Puna, que han sido desde siempre , y siguen siendo, hogar de centenares, quizás miles de familias que en su mayoría, han venido quedando al borde del mal llamado desarrollo. La estampida mecánica atravesará de una manera despótica , casi fascista, aguadas, cienegas, pajonales, vegas, en las que tantos hermanos nuestros sobreviven del modo más digno a estos tiempos de saqueo , de despojos, de megaminería , de desmontes genocidiarios. El famoso rally, luego de muchos años de herir las tierras del Sahara y del Sahel africanos, después de muchas muertes de pobladores atropellados, fue expulsado de aquellas latitudes, y decidieron hace unos tres años afincarse en países más tranquilos, los nuestros. Bueno, casi tranquilos, porque se supo que en Chile, y también en Córdoba, hubo presentaciones judiciales en defensa de sitios puntuales, muy valiosos ecológica o arqueológicamente. Lavigne y sus colaboradores locales hábilmente hicieron pequeños desvíos para evitar los conflictos, pero la carrera se hizo, tanto en 2010 como en 2009. La cuestión no es lograr, a fuerza de abogados y prensa, que el negocio tenga la amabilidad de “respetar” ciertos sitios particulares. Esta carrera, como un símbolo candente del atropello de la cultura del derroche a los excluidos de esta parte de la tierra, tendría que ser extirpada de cuajo, y no sólo de nuestro noroeste, sino del planeta todo. Será una tarea en la que tendremos que sumar brazos las organizaciones populares, las comunidades indígenas, las mujeres y hombres que aman a la tierra en definitiva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente nota sobre el Dakar. Creo que describe a la perfección los problemas de esta competencia, no solo en el enorme impacto sobre nuestro patrimonio natural y cultural, si no también el impacto social y lo que esta competencia significa para nuestro pueblo.