15/02/10
Por Fernando Rovelli
Grupo de Reflexión Rural
Jujuy - En los últimos meses se produjo un conflicto en la localidad de Palma Sola que afectó directamente a algunos antiguos pobladores de la zona por el avance del modelo sojero.
La defensa del territorio y la posesión de la tierra centralizaron la lucha en desmedro de lo que consideramos aún más importante: desenmascarar este modelo de agronegocios, causa principal de la desposesión y de la destrucción de los ecosistemas. Pero es difícil que los perjudicados comprendan las debilidades del modelo cuando se los hostiga cotidianamente, privándolos de sus derechos básicos como tener acceso a la tierra y a la alimentación.
No es fácil lograr instalar las referencias básicas para comprender la complejidad del conflicto: desmonte de la selva virgen, monocultivo transgénico, agrotóxicos, contaminación y graves afecciones en la salud de los pobladores.
Pero hemos avanzado: se habla de sojización, de fumigaciones, de glifosato. Se enriquece el pensamiento con los conceptos de contaminación, pérdida de biodiversidad, daños a la salud, monocultivos y desertización.
En general, los pobladores de la zona no se movilizan por el tema de la tierra, más allá de los directamente perjudicados y algunas organizaciones sociales, pero comienzan a sumarse cuando se sienten afectados por los problemas sanitarios provocados por las fumigaciones y la contaminación de los afluentes, cuando los afectados son los alumnos de las escuelas cercanas y los vecinos de los barrios pobres que tampoco reciben ningún beneficio laboral de las maquinarias pesadas que realizan el desmonte y las labores de la agricultura industrial.
Es una tarea improbable romper los esquemas de las organizaciones centradas en el territorio y la redistribución a riesgo de empobrecer la complejidad de la lucha ecológica. Toda una parábola de las profundas heridas que segmentan a los sectores populares preocupados por la construcción de poder y las luchas sectoriales.
Seguiremos alentando las luchas campesinas pero también, seguiremos insistiendo tozudamente en que lo que nos moviliza son las luchas nacionales y las soberanías postergadas.
La defensa del territorio tiene que realizarse en un marco más amplio de resistencia al modelo económico impuesto, tiene que lograr ampliar sus objetivos en la defensa del hábitat y los ecosistemas vulnerados y en la destrucción de la biodiversidad, porque de lo contrario corremos el riesgo de perder de vista las consecuencias irreparables que van quedando.
El territorio es el lugar de instalación efectiva de las corporaciones de los agronegocios, a ellas debe apuntarse cuando defendemos la tierra, porque corremos el riesgo de no ver a los pulpos de la agroindustria en su verdadera dimensión. El apoyo de los gobiernos nacional y provincial al uso de agrocombustibles derivados de la caña de azúcar es una clara muestra de lo que afirmamos. El territorio es sólo un aspecto de la compleja trama de la voracidad global de la agroindustria.
Los Planes de Ordenamiento Terrtorial tienen que ser desenmascarados ante la sociedad y para ello vamos a volver a intentar tener presencia en las supuestas aperturas que se anuncian desde el gobierno jujeño para reformar las zonas de protección.
Allí está el lugar de nuestras acciones, en el esclarecimiento de que la defensa de las selvas nativas es la prioridad estratégica y que la posesión de la tierra es parte de una lucha más compleja.
Todavía por aquí se sigue hablando de “desarrollo productivo” y de “progreso”, se sigue hablando de “sustentabilidad” y “respeto por el medio ambiente”, se siguen elaborando “planes de impacto ambiental” a pedido de los barones de la soja y la caña de azúcar, se continúa con los “planes de manejo forestal” detrás de cada nuevo desmonte.
Sabemos donde estamos parados, la provincia de Jujuy es un reflejo del país mediocre que nos contiene. El gobierno provincial ha quedado en manos de un grupo empresario de oscuro pasado en el origen de sus fortunas, apuntalado por un inmenso aparato social de iconografías indigenistas y vastas clientelas de subsistencia. El mayor empresario supermercadista, ganadero y sojero de Jujuy, es la alternativa para las próximas elecciones. La nueva oligarquía jujeña estrecha sus alianzas con el complejo agro-industrial de los Blaquier. La producción de la planta de agrocombustibles está en ciernes, el Ingenio La Esperanza, en quiebra, caerá en manos de Ledesma S.A. y a los descontentos se los recompensará con miles de hectáreas de selvas y montes para sus emprendimientos sojeros y monoforestales. Mientras, las corporaciones japonesas se preparan para extraer el litio en el salar de Olaroz y la minería a cielo abierto implosiona nuestros cerros y agota las escasas cuencas hídricas de altura.
Es importante la lucha por el territorio, pero no podemos dejar de ver la multiplicidad de nuevas ofensivas y apoderamientos del modelo productivo que ha encontrado en estos poderosos empresarios “nacionales y populares” su mejor brazo ejecutor.
Jujuy es una provincia empobrecida y fronteriza, pero ni esa situación nos protege de las directivas nacionales que ven en los agronegocios la fuente de sus riquezas. Este es el año de la batalla por las selvas de yungas y allí estaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario