En primera instancia aparece una opinión sobre el documento del GRR -omitimos los nombres ya que lo que interesa es el contenido del debate- y debajo del mismo la respuesta por un miembro del Grupo de Reflexión Rural.
"La gente involucrada en la reciente movida de Libertador General San Martin no pide volver a la tierra para trabarla. Solamente pide suelo para viviendas dignas, viviendas que implican situaciones habitacionales que no pueden ser satisfechas sin minería e industrias. Por otro lado la ciudad (y las ciudades en general) recibe tanto a los expulsados por la ampliación de la frontera agraria capitalista, como los que migran del campo a la ciudad para mejorar su calidad de vida bastante deplorable por la superpoblación relativa de, como se dice, el "terruño" antidiluviano. Me consta ( y someto a nuevas verificaciones) que toda la población de Libertador Gral San Martin no podría alimentarse cualicuantitativamente con los exclusivos recursos de la caza, la pesca, la agricultura campesina y la ganadería. Es una ciudad subsidiada por las politicas sociales, el empleo público y otros sectores. Hay que revisar, entonces, el concepto de soberanía alimentaria cruzándolo con las nociones de escalas de las condiciones normales de reproducción ampliada de la población.
La gente pide viviendas, hospitales, escuelas, y ampliar su huella ecológica mediante la satisfación de necesidades muy variadas, necesidades que no solamente son producidas por la maquinaria mercantil del capitalismo, sino también por la misma población. Hay que recorrer y vivir en esos terruños para darse cuenta que sin dependencias o subsidios de todo tipo, el ambiente es muy poco propicio para albergar a los contingentes poblacionales mediante la insuficiente producción campesina. El sol ilumina a todos, pero no alimenta a todos los terruños por igual".
Respuesta:
"Como miembro del Grupo de Reflexión Rural que vivo en la Provincia de Jujuy desde hace 4 décadas y he trabajado durante años la tierra en una colonia agrícola lindera con el Ingenio Ledesma S.A., creo poder despejar algunas de sus afirmaciones sobre nuestra reflexión referida al problema estructural de la Provincia.
En principio, aceptar, como Ud. lo hace, la urbanización forzada a que someten las transnacionales del neoimperialismo, a nuestras poblaciones, es aceptar las reglas impuestas por la globalización, que es precisamente lo que debemos combatir.
No se trata de cambiar la propiedad de los medios de producción para que cambie el modelo de sociedad moderna, que sufrimos en su variante neocolonial.
La experiencia dolorosa de los países socialistas reproduciendo el modelo de crecimiento infinito y consumo dirigido ha terminado amargamente, recuerde las grandes urbes colectivistas que rompen el paisaje de la Europa Oriental reproduciendo un urbanismo de hacinamiento y dependencia que hoy se agrava, tras la experiencia fallida, concentrando la mayor parte de la población mundial en cordones suburbanos como templos del horror.
La gente por estos pagos no pide lotes para vivienda, únicamente, pide una dignidad que les fue negada y recuperar su sentimiento de formar parte de una Nación Soberana. La agricultura familiar y la vida rural han sido precisamente las víctimas propiciatorias de este progreso industrial basado en la explotación sin límites de los ecosistemas y de los hombres. Pedir lotes urbanos de 10 x 30 es la manera más efectiva de agravar la dependencia de los pueblos a los designios imperiales, convirtiendo a las personas en clientes cautivos de los planes asistenciales y los hipermercados alimentarios.
El hierro y el cemento para las viviendas no es el problema, hay otras alternativas más amigables y baratas, la producción en su fase posindustrial tiene su matriz en la gran escala y la distribución comercial y genera falsas necesidades de consumo de chatarra tecnológica, alimentos transgénicos y basura comunicacional con medicamentos que no curan e instituciones que no reparan el tejido social.
Volver a la tierra es precisamente recuperar la dignidad de las personas, el arraigo a la cultura y la autonomía comunitaria. La ruralidad no puede prosperar a la sombra de un monstruo de 157580 Hectáreas de monocultivo y mi experiencia personal así lo afirma.
El GRR desde hace años propone un cambio de paradigma y si accedemos a sus documentos veremos allí una inmensa cantidad de alternativas, prácticas y propuestas que van encarnando en los que no tienen lugar en este modelo de saqueo y contaminación.
La transición es larga y dolorosa pero ya ha comenzado en muchas geografías y lamentamos que algunos sigan aún aferrados a esta globalidad destructiva creyendo que los crímenes de las tecnologías y el modelo empresarial de ciencia van a solucionar lo que ellas mismas han desatado.
Mientras sigamos pensando que el suelo es solamente una variable para explotar y reproducirse, mientras creamos que la Tierra es un factor de la producción de bienes de consumo y no el fundamento sagrado que nos completa como hombres en plenitud, erraremos el camino.
La reproducción ampliada de la población y las condiciones normales de subsistencia obedecen a las inexorables leyes de la reproducción ampliada del capital y la normalidad instrumentada desde el pensamiento único; pero hay otras leyes inexorables, las de la unidad originaria con la Naturaleza, leyes que no se comprenden desde los modelos teóricos de las ciencias sociales sino desde el horizonte simbólico de las culturas de la diversidad.
Jujuy está en llamas, con muertes absurdas y heridas que no cierran, la debilidad institucional es alarmante, la estupidez de los funcionarios recurrente, la Nación Argentina aquí se desdibuja en una frontera de violencia dominada por la narcopolítica y los barones del azúcar y la soja.
Aquí la Soberanía Política es Soberanía Alimentaria, en pueblos que ancestralmente han reproducido la vida a partir de las semillas y no han puesto nunca el pie en la huella ecológica, porque precisamente afirmamos nuestra humanidad en la misma huella del diablo".
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