Octubre 2009
Estudio de factibilidad financiado por el Banco explorará producción de biocombustibles sostenibles derivados de subproductos de la industria forestal
Chile probará la viabilidad de la producción de biocombustibles de segunda generación utilizando desechos de biomasa derivados de sus industrias madereras mediante una donación de cooperación técnica de US$1 millón aprobada por el Banco Interamericano de Desarrollo.
El proyecto será ejecutado por ForEnergy S.A., una empresa público-privada conformada por ENAP Refinerías S.A. y Consorcio Maderero S.A. con el propósito de desarrollar biocombustibles de segunda generación que aprovechan materiales de origen doméstico que no compitan con la producción de alimentos. ForEnergy contribuirá al proyecto con la suma de US$250.000 como fondos de contrapartida.
La donación ayudará inicialmente a ForEnergy a construir una instalación capaz de producir hidrógeno y vapor a partir de trozos de madera u otras biomasas madereras, mediante un proceso de gasificación. En una segunda fase, los gases serán convertidos en biocombustible usando el proceso conocido como Fischer-Tropsch. ForEnergy analizará los costos de inversión y de operación asociados con estos procesos para determinar su viabilidad a una escala comercial.
Chile dispone de grandes cantidades de trozos de madera y otros desechos madereros como subproductos de su extensa industria forestal. Otros tipos de biomasa, como es el caso de los desechos agrícolas, también podrían ser estudiados como fuente de combustible por ForEnergy.
“Este es un proyecto pionero en América Latina” dijo Arnaldo Vieira de Carvalho, jefe del proyecto del BID. “Puede conducir al surgimiento de una nueva e importante alternativa que usa materias primas sostenibles y consolidar el liderazgo mundial de América Latina en la industria de los biocombustibles”.
El gobierno de Chile está promoviendo el desarrollo de fuentes alternativas de energía como parte de una estrategia a largo plazo que busca incrementar la seguridad energética y reducir, al mismo tiempo, la emisión de gases de efecto invernadero. El año pasado, tras un proceso competitivo, el gobierno otorgó contratos a dos consorcios público-privados para desarrollar biocombustibles de segunda generación durante los próximos cinco años. ENAP Refinerías S.A. y Consorcio Maderero S.A., junto a un centro de investigación de la Universidad de Chile, conformaron uno de los consorcios ganadores, conocido como Biocomsa.
La donación del BID ha sido financiada con fondos de la Iniciativa de Energía Sostenible y Cambio Climático del Banco (SECCI, según sus siglas en inglés).
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